martes, 30 de junio de 2015

Mi experiencia PDP


Mi experiencia 

¡Bienvenidos al blog!

Este blog trata sobre mi experiencia en el Programa de Desarrollo Profesional organizado por Editonial Edinumen. En primer lugar, antes de entrar en materia, me gustaría felicitarles por el gran éxito cosechado y, sobre todo, subrayar la calidad ofrecida.  Han logrado traernos hasta nuestras casas a fabulosos docentes, expertos en diferentes campos de la enseñanza de las lenguas, que nos han ofrecido innumerables novedades, consejos y valiosísimas enseñanzas. Por otro lado, con este programa, se ha conseguido tejer una resistente red de profesores de ELE. Nos han conectado y hemos enriquecido el proceso a través del intercambio de nuestras experiencias personales como docentes. Gracias, gracias y gracias.



Empecé el primer módulo “El Enfoque Comunicativo Experiencial” con cierta curiosidad e incertidumbre. Por un lado, la novedad: quería saber cómo iba a funcionar el programa, cómo serían los intercambios de reflexiones, los compañeros, los materiales, las actividades a realizar, etc. Por otro, la eficacia del programa: después de haber realizado otros cursos online de ELE en los que había aprendido más bien poco, ya tenía esa duda de desconfianza. ¿Aprenderé con este nuevo curso? ¿Será provechoso para mi formación? ¿Serán novedosos los temas que se traten y la perspectiva? Debo decir que me llevé una grata sorpresa cuando escuché atentamente el primer postcast y vi el vídeo de Analí Fernández. Todas mis dudas se despejaron. No solo ofrecía una teoría completa y bien explicada, sino que además lo ilustaba todo como ejemplos y actividades para realizar en el aula.

Anteriormente había tenido cierta experiencia con el enfoque comunicativo, pero era primera vez que llegaba a mis oídos el enfoque comunicativo experiencial. Es decir, un enfoque en el que existe una implicación activa del alumno, protagonista de su propio aprendizaje, y en el que el profesor es un mero guía. A esto hay que sumar la existencia necesaria de una conexión entre la experiencia del alumno y la tarea que se propone. O lo que es lo mismo, debe existir un motivo auténtico de comunicación. Como docentes es vital dirigir la enseñanza hacia el mundo real, siendo capaces de conectarlo con el interés y la experiencia de los alumnos. Por ello, debemos esforzamos al máximo con conocerlos y saber sus intereses. Y quizá, en la actualidad, en la que vivimos con prisas constantes, no nos paramos y tomamos el tiempo necesario para ello.

Este aprendizaje experiencial se condensa en 4 fases:
1- Experiencia: crear un ambiente de clase seguro en la que los alumnos crezcan como grupo, participen de forma activa, puedan expresar su creatividad libremente y traten temas que les conciernan para crear esas conexiones experienciales.
2-Reflexión: pensar sobre la experiencia, la participación y las dificultades encontradas con el fin de que los alumnos logren conocerse mejor a ellos mismos y procesen y conecten experiencias.
3- Conceptualización: aprender pensando, es decir, hacer generalizaciones, buscar patrones, deducir reglas, realizar una retroalimentación positiva y constructiva.
4-Acción: aplicar y usar lo aprendido. Al fin y al cabo, la lengua es una herramienta de comunicación. 

Es un enfoque muy interesante, puesto que recoge la parte personal y experiencial del alumno, los responsabiliza de su propio aprendizaje, tratando actividades significativas, reales y estimulantes, y como docentes deberíamos aplicarlo más a menudo en nuestras aulas.



En el módulo 2, “El uso de las imágenes”, tuvimos el placer de recibir la visita de Ben Goldstein. En mis clases siempre he utilizado las imágenes como herramienta de aprendizaje, principalmente con los más jóvenes cuando trabajamos vocabulario, puesto que la imagen tiene un poder inmenso: lanzan un mensaje instantáneo y consiguen que el alumno ayude a memorizar y visualice en su cabeza determinadas imágenes. Cuando vemos una imagen también conectamos conceptos y recuerdos asociados. Además, somos capaces de describirlas, interpretarlas e imaginar. Y debemos aprovechar ese poder de visualización para trabajar en clase.

Tal y como vimos, la imagen se puede emplear para múltiples finalidades, dependiendo de los objetivos, las necesidades y los propósitos pedagógicos. La podemos trabajar desde tres perspectivas diversas: nivel afectivo (¿Cómo nos hace sentir?), nivel composicional (¿Cómo está compuesta? ¿Qué elementos observamos?) y nivel crítico (¿Qué comunica la imagen?).

En nuestra época, la era digital, las imágenes se subvierten, se transforman para enfatizar algo y a veces transmiten un mensaje diferente al que realmente tienen. También hay que comentar el factor motivador: una foto o un vídeo capta al instante la atención de los alumnos. No debemos pasar por alto que vivimos inmersos en el mundo de las nuevas tecnologías y la imagen.



El tercer módulo tocó un tema muy comentado entre los docentes: motivar al alumnado. La motivación es esencial en el aprendizaje, y por ello debemos trabajar y fomentar nuestra faceta motivadora. ¿Pero cómo debemos actuar para captar su atención y mantenerla durante todo el proceso de enseñanza-aprendizaje? ¿Existe una fórmula secreta? Todos sabemos bien que no es tan sencillo, puesto que, para empezar, cada alumno es un mundo y la motivación es distinta en cada uno. Por ello, es de suma importancia conocer nuestro grupo, sus necesidades e inquietudes. Hay que buscar la forma de hacer que las clases sean divertidas, que el alumno se sienta bien, con confianza, y además que sean relevantes, es decir, que se traten temas significativos y reales, que conecten con su vida. Tampoco debemos perder de vista algo que suele pasar desapercibido: los sentimientos del alumnado. Me encantó la frase que se expuso en clase: “la mente sin las emociones no es mente”. Me parece muy acertada, ya que el componente afectivo es parte imprescindible en el proceso de aprendizaje. El éxito del aprendizaje reside efectivamente en lo que sucede dentro de las personas (motivación, autoestima, estilos de aprendizaje) y entre las personas (las relaciones entre los alumnos y entre estos y el profesor). En consecuencia, debemos estar atentos, ser lo más receptivos posibles, transmitir buenas vibraciones y saber escuchar a las personas que tenemos delante, crear un buen ambiente y fomentar la comunicación en las diversas direcciones. Ah, y sonreír todos los días. También ayudará la planificación docente, para hacer partícipes a los alumnos de su propio aprendizaje y mantenerlos motivados.

Finalizando con este tema, podríamos decir que la motivación se puede mejorar llevando a cabo tareas motivadoras y atractivas donde se vea reflejado el alumno, creando un entorno afectivo de pertenencia, activando la memoria verbal y la habilidad auditiva, creando conexiones personales y emocionales, poniendo en práctica un pensamiento analítico, práctico y creativo, y sobre todo siendo creativos.



A lo largo del módulo 4, descubrí un aspecto que, a pesar de estar muy presente en el aprendizaje de lenguas extrajeras, nunca lo había estudiado a conciencia: “La cultura comunicativa para una enseñanza comunicativa y experiencial”. Sin duda, la cultura nos permite interpretar el mundo e interactuar en la sociedad. Como individuos hablantes de una determinada lengua poseemos una identidad como resultado de múltiples experiencias. Dependiendo del contexto comunicativo, adaptaremos nuestra identidad a la situación. Sin embargo, debemos tener en cuenta la cultura compartida, aunque sin relacionar forzosamente cultura con nación. Entrarían en escena otros muchos factores y significaciones adicionales. Por un lado, la cultura visible explícita como los símbolos verbales y no verbales; y por otro, la cultura invisible implícita como las normas o las tradiciones.

La competencia cultural y  social se debería trabajar más a menudo en clase, puesto que la lengua va siempre asociada a una o varias culturas. Conocer una lengua no es únicamente hablarla, sino comportarse de acuerdo a una cultura, llevar a cabo unas pautas sociales y culturales según la situación comunicativa. A través de las dinámicas de grupo podemos facilitar la creación de una cultura en el aula, con unas pautas, donde introducir la lengua junto con su cultura.



Continuando con el módulo 5, aprendí un concepto muy interesante y muy de moda: la gamificación. Hasta ahora había pensado que gamificación significaba simplemente jugar. Pero tiene algunos matices más. Sería el aprendizaje basado en el juego, es decir, emplear los elementos característicos del juego en situaciones propiamente no lúdicas, con el fin de enriquecer la experiencia de aprendizaje y dirigir o modificar el comportamiento de los alumnos. Emplear el juego en el aula supone hacer el aprendizaje de lenguas mucho más atractivo y divertido. Capta la atención del alumno, genera implicación y motivación, y además fomenta su capacidad para recordar, participar activamente y aprender, en definitiva.

Otro concepto aún más novedoso es el flipped learning o aprendizaje combinado. Consiste básicamente en “abrir el aula”. Se utilizan las nuevas tecnologías para ampliar los espacios y las oportunidades de aprendizaje. Se produzca una cierta inversión en los roles del profesor y del alumno. Es una gran ventaja, ya que se libera el tiempo de instrucción directa, aumentando el trabajo autónomo del aprendiente. Sin embargo, se corren riesgos: debe existir cierto grado de implicación por parte del alumno.

Se pueden combinar metodologías y medios dentro y fuera del aula para hacer el aprendizaje más efectivo y motivador. Pienso que ahí está la clave. Escoger en cada momento los materiales y los procedimientos adecuados para el grupo, hacer que sea un proceso flexible. Por ello, debe existir un diseño preciso, trabajado y de calidad por parte del profesor, para que el aprendizaje sea lo más provechoso y acertado posible.




En el módulo 6, Goretti Prieto y Robert Dekeyser nos hicieron reflexionar sobre las tareas gramaticales. ¿Es mejor enseñar de manera explícita o implícita? La enseñanza tradicional, basada en la traducción y las reglas gramaticales, apuesta por la información explícita, en la que el profesor explica las reglas directamente a los alumnos. Pero con la llegada de nuevas metodologías y formas de enseñanza uno se plantea si esto debe cambiar o se debe seguir por el mismo sendero. Acostumbrados a conocer y estudiar la gramática de una lengua, personalmente, se me hace difícil ser profesor de ELE sin apoyarme en la gramática. Según los estudios, la enseñanza explícita produce mejores resultados que la implícita. Los profesores deben hacer que sus alumnos tomen conciencia de las estructuras y de su funcionamiento. Esto se debe completar con práctica y retroalimentación, ambas muy necesarias para comprender y retener los conocimientos que se facilitan. Además, el hecho de practicar y repetir ayudará al alumno a corregir sus propios errores y evitarlos en el futuro. Pienso que el profesor, como guía educativo, puede corregir en ocasiones los errores o hacer reformulaciones, pero sin caer en el exceso, puesto que puede provocar cierta frustración e impotencia en el alumno.




Finalmente, para concluir este diario, comentaré mi visión sobre el módulo 7: “¿Cómo hacer que los alumnos se impliquen en las tareas de interacción oral?” Como bien ilustró Rose Potter, la clave está en crear una comunidad de aprendizaje comunicativa y colaborativa en nuestra aula. Para ellos nos basaremos en 4 pasos:
1- Distribución de la clase: se hará de forma que facilite la colaboración, la comunicación entre sus miembros y la creación de un ambiente de pertenencia. El profesor tendrá en cuenta las necesidades de cada alumno y actuará en consecuencia para facilitar el aprendizaje; nunca será aleatorio. 
2- Práctica antes de actuar: con el fin de que el aprendizaje activo sea eficaz. Durante la práctica el profesor dispondrá de tiempo para observar cómo trabajan sus alumnos, y por tanto para evaluar, recompensar, estimular y dar el apoyo necesario.
3- Exploración y descubrimiento: los alumnos deben formar parte activamente de su propio aprendizaje, no  ser meros actores pasivos. De esta forma, el aprendizaje es más profundo.
4- Actividades de andamiaje: como su propio nombre indica, apoyan al alumno hasta que consigue llegar a una meta por sí mismo. La experiencia es un factor de gran importancia.

Otro punto de debate, relacionado con la motivación para generar confianza y por tanto fomentar la participación activa del alumnado, fue el sistema de recompensa. Siempre se ha utilizado como una herramienta de motivación, diversión y  superación personal del individuo. Sin embargo, debemos ser prudentes puesto que puede ser dañino para algunos alumnos y no es la mejor forma de inculcar valores positivos. Como se comentó, lo que motiva a unos alumnos no motiva a otros. Además, se corre el riesgo de que siempre se recompense a los mismos estudiantes y de que los que se sienten inseguros se frustren más. Por todo ello, según los estudios, hay que fomentar la motivación intrínseca, es decir, que los alumnos realicen una actividad porque es interesante o disfrutable, por el mero hecho de aprender. Debemos dejarles ser creativos y que exploren ideas, que deseen aprender de manera natural, sin una recompensa final que les aguarde al final del camino. En todo caso, ese premio debería ser el logro personal de haber aprendido. Ese es el auténtico tesoro que todos merecen.


Como docentes, tenemos una gran responsabilidad: educar a las nuevas generaciones, ayudar a formar buenas personas, con valores y objetivos. Cada día tenemos que levantarnos y ser positivos, poner todas nuestras energías en lo que hacemos: enseñar ELE. 

¡Un saludo a todos!

Francisco García Sánchez